jueves, 5 de mayo de 2016

Carlos Aguilera: ¿Puede un discapacitado bucear?

Sumergirse en el mar y bucear es la meta, pero lo primero es romper el hielo en las profundidades de las piscinas (con aguas mucho más estables e incluso aclimatadas artificialmente), de la mano de profesionales que transmitan sus aprendizajes.

Desde lo más "sencillo" como respirar bajo el agua con equipos específicos, hasta el hecho de retar sus obstáculos físicos, el buceo le aporta a los discapacitados mucha adrenalina y ganas de superarse a sí mismos. "Sentí una absoluta libertad durante todo el recorrido. Es más, se me olvidó que tenía discapacidad", relató, visiblemente feliz, Mercedes Gómez luego de haber hecho una inmersión en un complejo médico de Caracas.  

Gómez, de 31 años, es discapacitada desde hace seis años y lidera Achilles Venezuela, una organización no gubernamental (ONG) que se encarga de promover la práctica del deporte entre personas discapacitadas.

"No tenía la silla (de ruedas), estaba fuera de mi zona de confort, pero completamente relajada", añadió sobre el ejercicio que convocó a una docena de personas con estas condiciones. Lo más resaltante, es que la mayoría de los asistentes buceaban por primera vez: se notaba a simple vista, pues se sentían algo tímidos de participar pero con unas ganas tremendas de experimentar. El nerviosismo era evidente. Descendieron al agua guiados por Wolfgang Guevara, uno de los dos instructores acreditados en Latinoamérica de buceo adaptado para discapacitados, una práctica que surgió en Dinamarca y hoy se extiende a varias regiones del mundo. 

"Una persona que nació con una discapacidad y nunca pudo verse parado, lo puede hacer bajo el agua. Va a poder ver todos sus miembros erguidos, va a poder moverse con sus manos y si no es posible con las manos, entonces lo hará con las piernas", comentó Guevara y agregó: "Cuando sales del agua, la sonrisa, la felicidad de cada uno de ellos es gratificante", enfatizando las bondades de la natación, y en especial del buceo, para la salud física y mental de las personas con discapacidad.
Jaiyelitt Solórzano, estudiante de 28 años, relató que fue "un poquito complicado al principio para controlar la respiración", pero cuando tomó el ritmo "es algo de otro mundo" contó con una exultante sonrisa. "Fue asombroso. Era la primera vez, lo había querido intentar antes, pero siempre me decían que no porque no estaban preparados para tratar con personas con discapacidad. Ahora quiero hacerlo en el mar", afirmó.
Según el censo de 2011, cerca de 6% de la población vive con alguna discapacidad, siendo la pérdida o disminución de las funciones visuales la de mayor frecuencia, seguida de problemas cardiovasculares (1%) y problemas músculo-esqueléticos (0,9%).

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